Todo mujer (Rafael Gordon, 2015) relata la historia de una mujer de mediana edad que malvive en un palacio de Segovia bajo un techo que le quieren quitar y con escasa comida con la que alimentarse. Además de ello, la enfermedad que sufre le hace vivir al límite de la realidad, llegando a rozar el mundo de la locura, y haciendo que su dramático pasado y su solitario presente le lleven a vivir una vida mísera y desgraciada. Su huraña rutina termina cuando ella misma recoge en las calles segovianas a un vagabundo con síndrome de Asperger con el que iniciará una curiosa relación y una peculiar convivencia.
Isabel Ordaz, la famosa hierbas de la serie Aquí no hay quien viva (2003), es la mujer que da vida a este singular personaje protagonista por el que, tanto para la bueno como para lo malo, recae todo el peso de la historia. La interpretación de Ordaz nos recordará a la esencia del teatro debido a su poética narración y a sus diversos monólogos y secuencias principales. Con ella lograremos entender el trastorno de su personaje principal, y es ella quien refleja, bajo la mirada de la ciudad de Segovia, la difícil vida de una mujer a la que la soledad y la pobreza le hacen vivir una lucha diaria constante. Todo mujer es un largometraje que requiere paciencia por la lentitud de su narración, y que nos recuerda al cine de autor por el toque personal que el director pretende plasmar en su personaje principal. Un tanto surrealista pero con toques cómicos que amenizan el conjunto, este drama que pretende elogiar a la literatura universal, narra la vida de una superviviente ensalzando los dotes interpretativos de Ordaz, pero sin mostrar un relato realmente espléndido.
Reseña que también se puede leer en la web de Cine En Serio.
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