Cuando la historia de Rocky ha sido explotada en cinco secuelas que siguieron a su original y que en su gran mayoría no han hecho más que repetir lo mismo sin darle ningún valor añadido, es entonces cuando un nuevo director se pone al mando de una secuela que por primera vez deja al actor Silvester Stallone en un segundo plano y trae una nueva historia que continúa el legado de su cinta original. El director Ryan Coogler se pone al frente de Creed. La leyenda de Rocky (Creed, 2015) y pone de protagonista al hijo de otro personaje mítico de la saga Rocky, Apollo Creed. En 1976 Silvester Stallone creó y dio vida a Rocky, un personaje que hizo que muchos de nosotros que jamás habíamos estado cerca de un ring, pudiéramos saber qué era eso y qué se sentía desde fuera y desde dentro de un combate. Rocky (John G. Avildsen, 1976) narraba la historia de superación de un hombre que no tenía nada más que sus puños y su cuerpo para hacer frente a los combates, y que terminó aprendiendo lo importante que es utilizar la cabeza para poder ganarlos.
En esta nueva secuela, Adonis Creed no es sólo un boxeador, también es un hombre de negocios que ha tenido una formación previa —quizás porque las circunstancias de la vida se lo han permitido—, y que decide dejar su carrera para dedicarse a lo que le gusta. La historia del hijo de Apollo Creed recuerda bastante a los inicios del mismo Rocky, quizás por ello congenian tan bien ambos personajes cuando se conocen. Las películas de la saga Rocky siempre han sido melodramáticas y eso no cambia en esta secuela, en la que vemos a un Rocky más mayor que debe enfrentarse a una lucha más complicada que la de los combates. Además, como ocurría con la película original, Creed demuestra que sigue siendo una historia de superación ante los obstáculos de la vida, y muestra la energía y fuerza que pueden darte las personas a las que quieres y que en muchas ocasiones, son quienes siguen apoyándote cuando decides hacer lo que más te gusta en la vida.
Con quizás algo de melodrama de más pero con unos planos memorables como los que vemos en secuencias como el camino hacia el ring detrás de los protagonistas mientras escuchamos primero el silencio y después a la multitud ovacionando a los boxeadores en su entrada al ring y que rememora la tensión tan clásica de los combates de Rocky, así como la mítica escena subiendo las escaleras de Philadelphia y disfrutando de las vistas de la ciudad; Creed. La leyenda de Rocky sabe reavivar la historia de Rocky creando una buena trama que muestra originalidad en el relato y respeta momentos míticos de la clásica Rocky. El largometraje de Ryan Coogler es sin ninguna duda la mejor secuela que se ha hecho de Rocky hasta el momento, y va a ser muy difícil que la próxima Creed 2 que se estrena el año que viene la supere.
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