«A veces es bueno recordar cómo empieza una tragedia. En qué momento nos equivocamos o enloquecimos». Así se presenta La línea invisible (2020), la nueva miniserie de Mariano Barroso que nos lleva a la España de finales de los 50 y principios de los 60 y concretamente, al País Vasco y a los inicios de la organización Euskadi Ta Askatasuna (ETA) en plena época franquista. Con tan sólo seis episodios, Mariano Barroso nos hace viajar décadas atrás a un Bilbao industrial pero con unas calles llenas de encanto así como a unas playas como la Salvaje, que son testigo de las reuniones de un grupo de jóvenes que descontentos con lo que vivían, crearon una organización que fue cogiendo forma y se definió a sí misma como independentista, libre, revolucionaria y socialista.

Desde su primera secuencia, la ambientación y la puesta en escena es excepcional, siempre situándonos en el Euskadi de hace más de cincuenta años y no dejando que nos escapemos del sentimiento que se tenía en esa época en distintos ambientes como en universidades o en la misma Brigada Social, que fue la policía secreta que existió en España durante el franquismo. El punto de vista que vemos en La línea invisible es por un lado, la vida que llevan dos jóvenes Txabi y José Antonio Etxebarrieta, joven profesor de universidad y abogado respectivamente y por otro, la vida personal y profesional de Melitón Manzanas, el jefe inspector de la Brigada Social, que utilizaba cuestionables métodos de interrogación y tenía una doble cara. Es interesante conocer ambas perspectivas que se han creado con miradas poco convencionales y dejándonos conocer a tres personajes que con sus pensamientos y acciones han tenido mucho que ver con el desarrollo y auge de esta organización criminal.

Con un excelente guión y unas magníficas interpretaciones de todo el reparto desde las que llevan a cabo los actores Enric Auquer y Anna Castillo hasta Antonio de la Torre o Álex Monner, La línea invisible nos da la oportunidad de echar la vista atrás y analizar el comportamiento humano cuya conducta puede llegar a emplear la mentira o la manipulación de otros seres humanos, y nos lleva así a cuestionarnos la legitimidad de los actos que tanto unos como otros provocaron. En todas las historias de ficción, aunque estén basadas en hechos reales, la verdad de los hechos roza una delgada línea invisible de la que siempre podemos dudar. En cualquier caso, la miniserie de Mariano Barroso es necesaria para cuestionarnos nosotros mismos los inicios de una organización que de una manera un tanto improvisada, empezó a matar en los años 60 y no dejó de hacerlo hasta el año 2010.