Como apasionado de la música clásica, el director de cine francés Ludovic Bernard se quedó maravillado con la pieza de Chopin que tocaba un joven en el piano de la estación parisina de Bercy. La vida que giraba en torno a ese desconocido que no parecía ser un amante de la música clásica pero que tocaba tan bien el piano es lo que llevó al director a escribir el guión de la película que se estrena este viernes en cartelera. La clase de piano (Au bout des doigts, Ludovic Bernard, 2018) relata la historia de un adolescente que vive en un barrio marginal y es descubierto por el director del conservatorio nacional de música tocando el piano en una estación. Cuando el joven es encarcelado por hurto, el director le dará la oportunidad de evitar la cárcel con servicios sociales que le llevarán al conservatorio de música.

La relación que se crea entre el director y el joven pianista les ayudará a ambos a sobrellevar los dramas personales que viven cada uno de ellos. Aunque la carga del melodrama podría haber sido menor o la historia principal de La clase de piano podría ser menos convencional, ninguna de estas circunstancias son impedimento para que el espectador se adentre rápidamente en las vidas de estos personajes. Además, la música clásica tiene un papel importante en la cinta, con una banda sonora compuesta mayoritariamente por Harry Allouche y a la que también se unen otro tipo de sonidos como los de Groove Armada o The Pixies para acompañar las historias de amor y amistad que también aparecen en el filme. 

La combinación del trío protagonista interpretado por los actores Jules Benchetrit, Lambert Wilson y Kristin Scott Thomas es el ingrediente esencial de La clase de piano. La química que nace de entre tres personajes muy distintos que saben complementarse entre ellos es la que crea un largometraje con una historia que ya conocemos, pero que sabe transmitir un mensaje lleno de pasión y amor que antepone la humanidad del relato a la de su historia.