Una joven francesa con rasgos característicos coreanos llega a Seúl para pasar dos semanas en la ciudad. Allí conoce a la recepcionista del hotel con la que pronto saldrá a tomar algo y conocerá las distintas costumbres de la gente coreana, dándose cuenta así de las diferencias con las costumbres europeas a las que ella está acostumbrada. Retorno a Seúl (Retour à Séoul, Davy Chou, 2022) nos hace seguir el viaje que realiza esta joven veinteañera que vuela a su país natal para conocer sus raíces y acude a la agencia que tramitó su adopción con una familia francesa cuando ella era pequeña.
El cine está lleno de vidas con las que podemos caminar si conseguimos adentrarnos en las historias que se nos plantean y con Retorno a Seúl, si el espectador se deja llevar en su historia sin juzgar a los personajes y empatizando con su protagonista, recorrerá un viaje hacia la búsqueda de la identidad de una persona que debe hacer frente a su pasado para abordar su presente y el futuro que está por crear. El viaje personal e interior de esta mujer lo realiza su director sirviéndose de distintos escenarios, momentos y saltos en el tiempo para que el espectador intente comprender todos los pensamientos y reflexiones que está viviendo la protagonista.
La complejidad de la historia se plantea desde una perspectiva subjetiva con la que el admirable debut de la actriz Ji-min Park consigue hacer que el espectador entienda ese viaje y empatice con un personaje que necesita comprender de dónde viene para definir su identidad. Ayudado por los silencios y una cámara que no deja de mirar a su protagonista pese a todo el ruido que tiene a su alrededor, Retorno a Seúl nos muestra el camino de una persona que no es correcto o incorrecto y que por difícil que resulte no juzgarlo, el espectador deberá hacer el ejercicio de respetar y aceptar las decisiones de su protagonista, pese a que quizás nuestro camino en un caso como el de ella pueda ser diferente.
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