Toda una vida pronunciando erróneamente el nombre irlandés de la cantante Sinéad O’Connor cuando al mencionarlo debería sonar /Shineid/ demuestran que como sociedad, tendemos a repetir, normalizar y creer algo al escucharlo unas cuantas veces —aunque esa información no sea cierta y sea incorrecta—. Y de eso tienen bastante culpa los medios de comunicación, quienes han sabido y saben manejarnos para que funcionemos de la manera que ellos quieren. El documental Sinéad O’Connor: Nothing Compares (Kathryn Ferguson, 2022) nos lleva a conocer la historia de la cantante y cómo precisamente los medios de comunicación mandaron un mensaje negativo de ella hacia el mundo y consiguieron aislarla y alejar su persona del mundo musical aunque la cantante haya seguido componiendo canciones y publicando discos durante todos los años que ha sido silenciada.

Con testimonios de la propia Sinéad O’Connor que escuchamos solamente —sin imágenes en las que la veamos hablando a cámara—, acompañados siempre de fotografías y vídeos de finales de los años 80 y 90 cuando comenzó su carrera profesional, el espectador podrá comprender la cercanía que ella ha tenido siempre con la música y cómo la música le ha servido como terapia desde niña cuando vivió una infancia complicada por la mala educación que le dieron sus padres. Sin embargo, gracias a su inquietud por leer y comprender las cosas así como a unos valores y principios que han ido madurando según iba leyendo y aprendiendo y que supo exponer al público dada la popularidad que consiguió con los años, Sinéad O’Connor ha demostrado ser una mujer inteligente, coherente y valiente que ha sabido cicatrizar las heridas del pasado.

El documental consigue que nos demos cuenta de la injusticia que se llevó a cabo con la cantante durante años. Se le castigó, humilló y silenció por denunciar unos hechos que se han probado ciertos veinte años después. Es fácil ver el desarrollo y avance que se ha conseguido en Irlanda como país en estas últimas décadas y cómo la voz de la ignorancia de muchos se alzó más que la de los que le creyeron y apoyaron en los años 90. Al igual que Irlanda, la industria musical no estaba dispuesta al cambio de sociedad que reclamaba Sinéad O’Connor, que pedía un mundo más igualitario, menos racista y más benevolente entre los seres humanos. Lo que queda claro tras disfrutar de este emocionante documental es que Sinéad O’Connor es una mujer a quien la música salvó, catapultó y destruyó, pero a la que la música también ha sabido mantener en pie durante todos estos años.