Euphoria (Sam Levinson, 2019) es sin lugar a duda una experiencia visual y auditiva espectacular. Se pueden decir muchas cosas de esta serie que retrata la vida de varios adolescentes que se encuentran viviendo esa época que supone un encuentro cercano con las drogas, el alcohol, el sexo o las redes sociales y al mismo tiempo, sufren adicciones, problemas de identidad, abusos o represión que de alguna manera sus situaciones familiares o la sociedad les han provocado. Sin embargo, la forma de retratar esas vidas y problemas hace que esta serie sea algo totalmente diferente a lo que hemos visto hasta ahora y sea una experiencia que si pudiéramos ver en pantalla grande, la disfrutaríamos el doble.

Las luces de colores con tonalidades azules, blancas o rosas mezcladas con una potente banda sonora compuesta por el artista Labrinth que aporta canciones que dan forma al relato y que se combinan con otras de distintos géneros musicales como las de Bobby Womack, Rosalía, The Animals, Beyonce, The Universals, J Balvin o Bronski Beat, y ese cambio constante de planos y juegos de cámara con los que consiguen narrar las historias a gran velocidad con saltos constantes en el tiempo forman en conjunto una composición única que nos deja secuencias brillantes.

La primera temporada se compone de ocho episodios en los que se van presentando a cada uno de los adolescentes y su pasado aunque cada episodio vaya relatando diversos momentos que comparten entre ellos. Euphoria es una serie que retrata situaciones duras que aunque llegan a ser fuertes en algunas secuencias, reflejan con realismo las vidas de adolescentes y adultos que tienen lugar en el mundo actual. Las consecuencias de la pornografía que se consume diariamente, el uso regular de las redes sociales o esa nueva forma de amor tóxico que existe en el siglo XXI son parte de esos problemas que provocan los comportamientos de estos adolescentes y adultos que nos escandalizan pero que retratan esa parte de la realidad que preferimos dejar a un lado.