En pleno siglo XXI y en un momento en el que es difícil conocer a alguien que no esté conectado tecnológicamente a un aparato electrónico, llega el director Wim Wenders para presentarnos a Hirayama, un hombre de avanzada edad que trabaja limpiando los baños públicos de Tokio y tiene una vida en la que la tecnología no está presente. Sin ninguna conexión a las modernidades a las que las personas del primer mundo vivimos enganchadas sin escapatoria, la rutina de Hirayama no es un impedimento para que disfrute de las pequeñas cosas y momentos que le regala la vida cada día —y que probablemente muchos de nosotros dejamos escapar—.

Perfect Days es el último trabajo del director alemán Wim Wenders que hace nada menos que cuarenta años estrenaba la excepcional París, Texas (1984). Ese recorrido por el desierto de hace cuatro décadas es ahora un recorrido por una gran ciudad que demuestra que el ser humano sigue estando bastante perdido hoy en día —puede que quizás más perdido que nunca—, pero nos demuestra que todavía hay esperanza. Perfect Days nos lleva a acompañar a Hiramaya en su humilde vida y consigue que nos adentremos en ella pese a seguir una rutina muy repetitiva de constancia y orden en la que el director juega poniendo la mirada en los pequeños detalles, en un sonido que demuestra lo poderosa que es la música y en un excepcional Kōji Yakusho, el actor que da vida al protagonista y que no necesita apenas diálogos para conquistar al espectador.

La combinación de sonido ambiente con frecuentes secuencias protagonizadas por el propio silencio del personaje y una grandiosa banda sonora con míticas canciones de artistas como The Animals, The Velvet Underground, The Kinks, Otis Redding, Patti Smith, Van Morrison o Nina Simone que todavía engrandecen más y lucen mejor en las secuencias, esa mezcla crea una excelente composición que demuestra que la realidad se vuelve maravillosa cuando se acompaña de buena música. A pesar de que no hay vida perfecta como bien describe Wenders, la sencillez con la que se caracteriza la historia en Perfect Days nos ayudará a comprender un mensaje que nos viene bien recordar en estos tiempos de inmersión —y descenso— tecnológico, y que la cinta desarrolla a la perfección en su secuencia final con la gran actuación de su actor protagonista y el poder de una canción —y su letra—.