Dani es una joven que acaba de sufrir una experiencia traumática y que no se encuentra en el mejor momento con su pareja Christian. Quizá por ello, decide acudir con Christian y los amigos de este a un festival de nueve días que tiene lugar cada noventa años en un pueblo rodeado de naturaleza en Suecia. Con un inicio de cinta que parece querer llevar la historia por un camino diferente al que finalmente escoge, Midsommar (Ari Aster, 2019) demuestra originalidad a la hora de contar y mostrar el relato frente a lo que estamos acostumbrados a ver en el cine y nos adentra en una experiencia de la que no sabemos qué esperar pero que no nos dejará indiferentes.

Unos singulares planos con una cámara que nos llega a poner el mundo del revés en una carretera que parece no tener fin y que se mezclan con planos más básicos que nos van guiando hacia dónde poner la mirada a cada momento, así como el juego con el sonido que ayuda a que el espectador vaya esperando que la intriga se resuelva, estas dos características son la baza fuerte que usa el director Ari Aster para describir una historia que más que terror, es terror psicológico de ese que siendo muchos momentos intuitivos y con secuencias que no son explícitas, llega a aterrarnos lo que se nos quiere hacer ver o suponer que va a suceder. Con una historia que se sitúa en un lugar en el que el sol no se pone nunca por lo que la luz está presente en la mayor parte del metraje, toda esa claridad no es un impedimento para que nos aterroricemos con esta historia. 

Con un guión ciertamente flojo y muchos puntos del relato que no está bien abordados y conectados con la historia pero también con unas buenas interpretaciones de su elenco en la que la protagonista del relato interpretada por la actriz Florence Pugh sabe llevar el peso principal de la trama y con ella nos adentramos en esta peculiar comuna y en su fiesta tradicional, Midsommar es desde luego una cinta tan peculiar como original de las que no solemos ver a menudo. Quizás sea esa intriga de no saber qué es lo que nos espera la que nos anima a seguir viéndola pese a que pueda resultar ser paranoica en ciertos momentos. Sin embargo, el entretenimiento está asegurado y la cinta nos hará reflexionar sobre la complicidad de la mente humana, los valores de la familia o las tradiciones populares establecidas en la sociedad y para los que sean más detallistas, pueden incluso relacionar los espejos que vemos en la cinta con todo tipo de simbologías.