Con multitud de premios en su año de estreno llega a la plataforma Movistar Plus+ la película que consiguió la Palma de Oro en Cannes el año pasado. Más de dos horas de comedia negra con una primera secuencia que será recordada en la historia del cine como la escena Balenciaga versus H&M, y un largometraje dividido en tres actos en los que su historia es también un debate sobre las distintas clases y situaciones de poder que existen en la sociedad. El triángulo de la tristeza (Triangle of Sadness, Ruben Östlund, 2022) nos lleva a acompañar a la joven pareja compuesta por Carl y Yaya en su rutina diaria con el problema principal del papel que juega el dinero en sus vidas como pretexto para sus discusiones y peleas varias. Esos estereotipados roles sexistas de la sociedad que él achaca a su pareja al comienzo, evolucionan en el viaje que realizan juntos a bordo de un yate.

Se explica en la cinta que el triángulo de la tristeza se refiere a la zona del entrecejo de la cara, una parte que una persona de la agencia de modelos resalta principalmente en Carl, al que le dicen que como modelo, le está arrugando demasiado con sus expresiones. Y es que el mundo de la moda es con el que empezamos la película pero también fundamental en su primera parte, con unos seres humanos que avergüenzan al espectador por sus imposiciones absurdas y su exigencia sobre el físico y juventud de los demás. Esa importancia que ya desde el comienzo tiene el dinero y las clases sociales y que se va acentuando conforme se desarrolla la historia, creando un debate bastante interesante sobre la importancia de lo material, las diferencias entre la clase dominante y la trabajadora, y la importancia que el poder tiene en el comportamiento humano.

Con cierto amargor en el humor de esta comedia negra ácida, El triángulo de la tristeza crea una atractiva polémica en torno a la diferencia de clases que hemos creado en la sociedad, en la que el capitalismo es la clase dominante privilegiada —que no por ello más eficiente e inteligente como se describe aquí—, mientras que una clase predominante con unas condiciones que están supeditadas a las reglas de la dominadora es secundaria y claramente inferior. Este largometraje sueco escrito y dirigido por Ruben Östlund es una sátira sobre la estupidez humana tan proliferante en la actualidad gracias al auge de las redes sociales y a ese absurdo culto al físico y a nuevos negocios como los de los influencers. Su original e interesante trama que en algún momento tiende a ser provocadora y se mueve en aguas incómodas, termina convirtiéndose en un entretenido filme con un excepcional desenlace que da mucho que hablar y debatir.


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