Una de las guerras más retratadas en el séptimo arte, la Segunda Guerra Mundial y uno de los directores que más espectadores reúne en las salas de cine, Christopher Nolan son el combinado que conforma Dunkerque (Dunkirk, Nolan, 2017), el noveno largometraje en la carrera profesional del director británico que en esta cinta pretende sumergir al espectador en lo que sería experimentar el horror de la guerra durante ciento siete minutos. Y lo cierto es que lo consigue, porque ver Dunkerque es ver la desesperación de los seres humanos que tienen que sobrevivir a las barbaries provocadas por otros seres humanos. Un ambiente de muerte y agonía allá por donde vamos que nos adentra en un escenario que aunque parece tener un claro protagonista en su secuencia inicial, nos llevará a conocer las historias de otros hombres que se encuentran en distintos puntos dentro del mismo campo de batalla.

Con un reparto de caras conocidas como las de los actores Kenneth Branagh, Tom Hardy, Cillian Murphy o Harry Styles, y otros rostros más desconocidos pero igual de protagonistas en la cinta como los de Fionn Whitehead, Mark Rylance, Aneurin Barnard o Barry Keoghan, estos hombres aportan distintas historias de supervivencia ante la adversidad de una guerra que si bien puede que no terminen de engancharnos del todo durante la primera mitad del filme, sí que conseguirán aportar una variedad de mensajes en los relatos que tienen lugar en medio de la catástrofe y la supervivencia personal de cada uno de ellos conforme se van desarrollando las historias. Una vez más, Nolan consigue que la experiencia inmersiva que conforma su película sea tal que en este caso, nos lleve a sentir la guerra como si el espectador la viviese en primera persona, gracias al escenario que crea así como a la banda sonora compuesta por Hans Zimmer, su fotografía y su puesta en escena que son en conjunto espléndidas.